Investigadores de la Universidad de Indiana identifican una proteína cerebral clave que interviene en la adicción a la cocaína. Además su trabajo apunta a que un antibiótico podría ayudar en el futuro a controlar esta dependencia.
Tras los primeros contactos con una determinada droga, se produce lo que se conoce como consumo agudo, momento en el cual experimentamos los efectos placenteros iniciales y el aprendizaje sobre las sensaciones que nos causan estas sustancias. En otras palabras, las drogas producen la activación de determinados centros nerviosos en nuestro cerebro.
De hecho, en modelos animales se ha demostrado que la administración de drogas activas,
no solo de psicoestimulantes, sino también de opiáceos, nicotina o
cannabinoides, se relaciona directamente con el aumento de dopamina o
serotonina. Todas las drogas, sean del tipo que sean, activan de una
forma u otra la conocida como vía mesolímbica dopaminérgica.
Esta ruta es conocida por los investigadores como la
responsable de la creación de determinados hábitos de conducta tras
determinados estímulos, como la comida, la bebida o el sexo. La
dependencia a este tipo de sustancias supondría, por tanto, la
alteración de una vía neurofisiológica natural, que provoca, entre otras
cosas, la adicción a la cocaína.
¿Pero cómo pasamos del consumo agudo a la dependencia
de una determinada sustancia? La existencia de la adicción, mediada por
nuestra necesidad de tomar una droga, es lo que se conoce como consumo crónico.
Y en esta etapa se da una neuroadaptación, es decir, existen cambios
celulares muy importantes, que a la larga son los que provocan los
procesos de dependencia y la aparición del famoso síndrome de abstinencia.
Se produce también lo que los científicos denominan sensibilización
conductual, que actúa directamente sobre dos zonas del cerebro, la
conocida como área tegmental-ventral o ATV y el núcleo accumbens.
Fuente: alt1040.com
Fuente: alt1040.com
No hay comentarios :
Publicar un comentario