El protocolo de destrucción de droga convierte los cuarteles en secaderos de marihuana
Las operaciones antidroga no terminan con la
detención de los narcos. Tras la investigación, la redada y la
confección del atestado, los agentes se enfrentan al ''tedioso'' trabajo de
pesar y tomar muestras de los estupefacientes incautados y,
posteriormente, prepararlas para su envío al depósito de Sanidad
Exterior, dependiente de la Subdelegación del Gobierno que se encarga
de analizar y destruir las partidas decomisadas.
El problema, en el caso de la marihuana, es que no toda
la planta contiene sustancias estupefacientes. «No se pesan ni las
raíces ni los tallos», explican desde la AUGC. Así, cuando se interviene
un vivero, los agentes se ven obligados a culminar el proceso de
elaboración -como harían los narcos- para determinar el peso exacto del
alijo y el grado de tetrahidrocannabinol (THC), que es el principio
activo del cannabis sativa, circunstancia que se tienen en cuenta en el
proceso judicial y que pueden constituir un agravante. «Hay que cortar
las hojas, secarlas y envasarlas; o lo que es lo mismo, presentarlas en
estado de consumo», detallan fuentes de la AUGC, que cuenta con más de
mil asociados en la provincia.
Para este colectivo, la culpa es del protocolo de
destrucción. «Cuando los agentes envían las plantas al depósito sin
tratar, son rechazadas por la Unidad de Sanidad Exterior», añade un
miembro de la junta directiva de la AUGC en Málaga, quien opina que se
podrían tomar muestras solo de algunos tallos. «No es lo mismo secar una
maceta que cuatrocientas. ¿Cuánto personal hace falta destinar para
tratar una plantación grande?», apostilla.
La segunda parte es que los cuarteles no cuentan con
instalaciones adecuadas para este proceso, por lo que se improvisan
secaderos de marihuana en pabellones vacíos e incluso -aseguran desde la
asociación- en aparcamientos oficiales, en ocasiones «a la vista de los
menores» que viven en estos acuartelamientos.
Cambio de método
La AUGC subraya que el Plan Nacional sobre Drogas no
contempla en ningún momento que los agentes tengan que encargarse de
elaborar estas sustancias, por lo que considera que es una «mala
praxis» que debe erradicarse y sustituirse por un método «más racional y
eficiente».
En los últimos tiempos, con la proliferación de las
plantaciones de marihuana, la situación se ha acentuado y ha agravado
los problemas de almacenamiento de la droga en dependencias policiales o
en el depósito, que han llegado a estar atestados por la lentitud para
destruir los alijos intervenidos.
«Desde AUGC se ha venido pidiendo
también un cambio en el protocolo para que se eliminen con más rapidez; a
pesar de que el tiempo nos ha dado la razón tras los robos ocurrido en
los depósitos de Sevilla, Málaga y Cádiz, la situación sigue igual»,
denuncia el colectivo.
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